Rumbo compartido
Vivimos el día sin prisa ni ruido, con gestos sencillos que tienen sentido, como dos caminos que van sin desvío, y en cada paso se cruza un latido. Crecemos tranquilos, sin dar marcha atrás, con apoyo firme, sin miedo a fallar, la risa nos guía, el perdón da paz, y el cariño se queda, no quiere volar. Hay planes que surgen sin anunciarse, pero el alma entiende lo que es sincero, como un sueño que encuentra lo verdadero cuando el amor decide quedarse. El tiempo nos cuida sin dar condición, todo se vuelve gesto que nos conecta, y aunque no digamos lo que proyecta, se siente la fuerza de una decisión.