Lo Que Sostiene
No fue el destino, ni las cartas del cielo, fue tu risa calmando mis inviernos y esa forma tan tuya de quedarte cuando hasta yo pensaba irme de mí. No hicimos pactos de tinta ni promesas, somos el gesto diario, el paso atento, la mano que recoge lo que duele y el silencio que arropa sin temor.